Popper, Karl Raimund
(1902-1994)
Filósofo austríaco, nacido en Viena, de familia
acomodada de origen judío. Su infancia transcurre en plena Primera Guerra
Mundial y, acabada la guerra, a los 16 años decide, por aburrimiento, abandonar
la escuela y estudiar por cuenta propia. Se inscribe en la universidad como
alumno libre -no se matriculará hasta 1922- y asiste a cursos de historia,
psicología, filosofía y literatura, que tampoco frecuenta demasiado, puesto que
sólo se interesa por las matemáticas y la física. En su juventud simpatiza con
el socialismo y, por espacio de dos o tres meses, se adhiere al comunismo.
El
hecho de ver cómo jóvenes socialistas y comunistas han de morir en alguna de sus
actividades políticas le desencanta del marxismo y le hace dudar de su carácter
científico. Del socialismo dirá más adelante que su intento de combinar libertad
e igualdad le parece sólo «un bello sueño» («Que la libertad es más importante
que la igualdad»). A la convicción del escaso carácter científico del
«socialismo científico», a la que él atribuye haberse convertido en un
«falibilista», esto es, en alguien que mantiene que no es posible conocer la
verdad sino sólo detectar el error, une pronto otra convicción: la de que
algunas teorías que se presentan como científicas, como la psicología
individual, de Adler, y el psicoanálisis, de Freud, carecen de las
características de la ciencia. Él mismo narra cómo le llamaron la atención, en
su juventud, los intentos de Einstein (ver ejemplo ) de someter a prueba
sus propias teorías, frente a los intentos de aquellas teorías psicológicas de
tener siempre una explicación para cualquier hecho. De esta problemática juvenil
surgió su teoría sobre el criterio de demarcación entre lo que es ciencia y lo
que no es ciencia.
En 1928 presenta en la universidad de Viena su tesis
de doctorado titulada «Sobre el problema del método en la psicología del
pensar», que señala el punto final de su interés por la psicología, a cuyo
estudio había dedicado unos cuantos años, llevado sobre todo por la influencia
de Karl Bühler. Al año siguiente es nombrado profesor de matemáticas y física en
escuelas de enseñanza media. Por esta fechas toma contacto con miembros del
Círculo de Viena, sobre todo con Victor Kraft y Herbert Feigl, con quienes
discute sobre filosofía de la ciencia, y quienes le inducen a publicar sus ideas
en forma de libro. Este libro, que debía titularse Los dos problemas
fundamentales de teoría del conocimiento, pero que no se publica hasta 1979, se
convierte, tras muchas conversaciones y discusiones con otros filósofos
neopositivistas, en el núcleo de La lógica de la investigación científica
(versión alemana, 1934; versión inglesa, 1959), considerado primero como una
obra de crítica al Círculo de Viena, pero que en realidad es una obra que
propone una nueva teoría sobre lo que hay que entender por «conocimiento
científico»: un conocimiento no verdadero ni probablemente verdadero, sino
simplemente hipotético. Con la anexión de Austria por Hitler, se ve obligado a
abandonar Viena y tras un intento de establecerse en Inglaterra, emigra en 1936
a Nueva Zelanda, donde acepta un cargo de profesor en el Canterbury University
College, en Christchurch. Allí aplica las ideas metodológicas de La lógica de la
investigación científica a las ciencias sociales, con el objetivo de hacer una
crítica el marxismo, y el resultado es la publicación -no sin muchas
dificultades- de Miseria del historicismo (1945) y La sociedad abierta y sus
enemigos (1945). El título inicial de esta última obra era «Falsos profetas:
Platón-Hegel-Marx», y el objetivo de ambos libros era exponer cómo el
historicismo había llevado al marxismo y al fascismo. Escribió estos libros como
«contribución a la guerra», suponiendo que, acabado el conflicto bélico, una de
las necesidades más urgentes sería la de defender la libertad contra toda forma
de totalitarismo y autoritarismo. Estas obras representan su principal
aportación al campo de la metodología de las ciencias sociales. La postura
ideológica que manifiesta en ellas le ha valido ser considerado un decidido
defensor del liberalismo moderno. En 1946 es nombrado profesor de lógica y
método científico en la School of Economics, de Londres, cargo que mantendrá
hasta su jubilación en 1969. Ésta es la época de mayor actividad intelectual de
Popper, y él la recuerda en su Autobiografía como la época feliz de su vida en
que pudo dedicarse por entero a la solución de problemas filosóficos (mantuvo
una famosa discusión con Wittgenstein sobre si existían o no verdaderos
problemas filosóficos) y de la que dice que, en su transcurso, «sospecho que he
sido el filósofo más feliz que jamás haya encontrado». Muy crítico con el
neopositivismo y la filosofía del lenguaje, se opone también a diversas clases
de epistemologías no realistas, como el fenomenismo, el idealismo, el
pragmatismo, etc. En 1950 viaja a América y da conferencias en Harvard y en
Princeton, donde discute con Einstein sobre determinismo e indeterminismo. En
1962 publica El desarrollo del conocimiento científico: Conjeturas y
refutaciones, obra cuyo título resume el modo como Popper entiende el desarrollo
científico: la ciencia avanza mediante conjeturas en forma de hipótesis, cuya
posible falsedad se intenta descartar sometiéndolas a una posible refutación por
los hechos. Nombrado en 1969 profesor emérito de la London School of Economics,
prosigue incansable su intensa actividad con nuevas obras, artículos y
conferencias. En 1972, publica Conocimiento objetivo, donde, en oposición a la
teoría del conocimiento tradicional, que considera subjetiva por fundarse en la
certeza, propone su teoría del conocimiento objetivo, o del conocimiento sin
sujeto cognoscente, sosteniendo que el conocimiento no consiste tanto en el
problema de cómo fundamos la certeza o la verdad, sino más bien en cómo se
desarrolla y acrecienta la ciencia: a modo de conjeturas que, en forma de
hipótesis, se presentan como soluciones tentativas a problemas, acompañadas con
argumentos críticos e intentos de someterlas a prueba para descartar su
falsedad; en esta obra presenta también su teoría de los tres mundos.
La
contribución investigadora de Popper abarca asimismo el campo de las ciencias
sociales. Interesado principalmente por la economía, le ha preocupado también el
problema del método científico en este tipo de ciencias. Asiste, en 1961, al
Congreso de Sociología de Heidelberg, tomando parte en la llamada
Methodenstreit, o disputa del positivismo, donde se enfrentan las posturas
mantenidas por el racionalismo crítico y la escuela de Francfort , y donde
Popper mantiene de forma consecuente su rechazo al principio de contradicción,
al que recurren los dialécticos alemanes, y defiende la existencia de un solo
método científico para cualquier clase de ciencia, incluidas las sociales. En
1974 publica Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual, y en 1977, en
colaboración con el fisiólogo y Premio Nobel, John Eccles, a quien había
conocido en su estancia en Nueva Zelanda, El yo y su cerebro, obra que plantea
el problema de la interacción entre el cuerpo y la mente.
Sus apéndices a
La lógica de la investigación científica, que empezó a redactar desde 1975, se
convirtieron en sus últimos escritos importantes, títulados Postscriptum:
Después de veinte años, (1983), y editados (en castellano) en tres volúmenes
como Realismo y el objetivo de la ciencia, El universo abierto y Teoría cuántica
y cisma en la física; en ellos reelabora teorías fundamentales anteriormente
expuestas: indeterminismo, realismo, objetivismo y teoría de la probabilidad,
entre otros.Popper ha dado a su filosofía el nombre de racionalismo crítico. que
es tanto una actitud racional general, como una filosofía de la ciencia. Esta
actitud crítica, que adopta como método, surge de lo que él llama «el problema
de Kant» -en qué condiciones podemos decir que un enunciado es científico-, o
problema del criterio de demarcación entre lo que es ciencia y lo que no lo es,
que comienza a plantearse desde los años de su juventud y que desarrolla como
una teoría sobre la naturaleza de la ciencia, denominada falsacionismo.La
incomodidad que experimenta, hacia el año 1919, con relación a las teorías de
Marx, Adler y Freud, que se presentaban como científicas, le lleva a compararlas
con la actitud que -según observa- mantiene Einstein sobre sus propias teorías
físicas; Einstein, lejos de desear confirmar a toda costa sus teorías, sostiene
que bastaría un sólo fracaso en una predicción para rechazarlas, por lo que
anhela someterlas a experimentación, cosa que ocurre con ocasión del experimento
de Eddington de 1919, mientras que aquellas teorías marxistas y psicológicas se
consideran inmunes a toda prueba y se consideran verificadas en todos los casos
posibles. De aquí, contraponiendo al intento de confirmar las propias teorías el
intento de refutarlas, deduce su teoría de que lo que define el carácter
científico de una teoría es su contrastabilidad, y lo que define a ésta es la
refutabilidad, y que una teoría es científica y significativa sólo si es en
principio incompatible con algunos fenómenos observables (ver cita). Para
establecer la refutabilidad como criterio de demarcación, Popper tiene que
criticar el criterio de demarcación admitido por los neopositivistas del Círculo
de Viena. Sostienen éstos que el criterio para aceptar un enunciado como
científico y significativo es su verificabilidad, y que todo enunciado no
verificable no es científico y que, por lo mismo, carece de significado. Popper
sostiene, frente a este criterio empirista del significado, que el problema está
en decidir qué es científico y qué no lo es, y que no debe identificarse
científico con significativo, de modo que muchos enunciados no científicos, como
por ejemplo, los metafísicos o filosóficos, son enunciados significativos, pese
a no ser científicos: el criterio del carácter científico de un enunciado reside
en su refutabilidad (ver texto ), pero no el del significado. La fundamentación
de la refutabilidad como criterio lleva al desarrollo de una nueva concepción de
ciencia y de teoría científica.Las ciencias son sistemas de teorías científicas,
y éstas deben concebirse como aproximaciones a la realidad, como «redes», dice
metafóricamente, que lanzamos para comprender el mundo, «para racionalizarlo,
explicarlo y dominarlo» (ver cita), y la manera de lograr que la malla de estas
redes sea cada vez más fina es procurando eliminar todas aquellas teorías e
hipótesis que no dicen nada acerca del mundo, porque son falsas. Puesto que las
teorías e hipótesis son enunciados universales, eliminaremos de la ciencia las
hipótesis falsas sometiendo sus enunciados universales a refutación. La
asimetría lógica existente entre verificación y refutación, o confirmación y
desconfirmación, cuando se habla de enunciados universales, justifica que Popper
afirme que la confirmación de hipótesis es irrelevante para establecer la verdad
de una teoría, dado que un enunciado universal no es lógicamente verificable,
mientras que la refutación cobra toda la importancia, ya que basta un solo caso
de refutación para rechazar como falso un enunciado universal. Miles de pruebas
que confirman que «los cisnes son blancos» no hacen verdadero a este enunciado;
en cambio, basta un solo caso de cisne negro para rechazarlo como falso. Del
mismo modo, en la metodología científica no interesa esforzarse por la
confirmación de las teorías y de las hipótesis científicas: la teoría que afirma
que las órbitas de los planetas de todo el universo son elípticas no se
demuestra de una forma concluyente aduciendo ejemplos de órbitas planetarias
elípticas, mientras que un solo caso de órbita circular refutaría la hipótesis.
Vista esta asimetría, o disparidad de características respecto de la misma
cuestión, no hay razón lógica para que, en metodología científica, se esfuerce
el científico en confirmar y salvar las propias teorías; no puede demostrarse
que una teoría científica sea verdadera, pero es posible rechazarla como falsa.
Lo que importa, por tanto, es eliminar todas las teorías falsas sometiéndolas a
intentos de refutación. Esto supone un cambio de perspectiva en la teoría de la
ciencia mantenida hasta entonces (ver texto ). La concepción heredada de la
ciencia, impulsada sobre todo por los patrocinadores del Círculo de Viena y el
neopositivismo en general, sostenía una concepción de la ciencia basada en el
inductivismo. La inducción importaba tanto en el contexto de descubrimiento de
las hipótesis como en el contexto de justificación de las mismas. La ciencia -se
suponía- es inductiva, y las hipótesis proceden normalmente por generalización
de los casos particulares observados. Además, una hipótesis se justifica, esto
es, se razona que es verdadera, sometiéndola a la contrastación, cuyo resultado
puede ser la confirmación o la refutación. Si la hipótesis resulta confirmada
por la prueba experimental, se la admite como verdadera o, por lo menos, como
probable; este momento de justificación es también inductivo, dado que se apoya
sobre un razonamiento inductivo, como es el esquema lógico de la confirmación de
hipótesis.A esta teoría inductiva de la ciencia, opone Popper su deductivismo.
Por un lado, no es posible fundar la ciencia en un proceso de inducción por
generalización porque, tal como demostró Hume, no está lógicamente justificado
pasar de enunciados particulares a enunciados universales, y, además, la ciencia
no parte de la observación de casos concretos, sino de los problemas que
suscitan teorías para resolverlos y cualquier observación supone ya una teoría
previa, que es lo que nos incita a observar. Cómo se originan las hipótesis es
sólo una cuestión subjetiva o psicológica. Lo importante es cómo se justifican
y, dada la imposibilidad de la verificación de las hipótesis, su confirmación es
irrelevante y sólo resulta relevante su posible refutación. No es posible
verificar teorías, y el proceso científico debe concebirse como una elaboración
de hipótesis, a modo de conjeturas, de las que se extraen predicciones que se
contrastan con hechos que puedan refutarlas, con el ánimo de eliminar las que
resulten falsas. Éste método, llamado de conjeturas y refutaciones, es el método
propio de las ciencias empíricas y Popper considera que es, al mismo tiempo, la
solución al problema de la inducción -que llama «el problema de Hume»-, que
considera innecesaria como fundamento de la ciencia, por el hecho de que
simplemente no hay inducción (ver texto 1 y texto 2 ).Como entendía Kant, el
hombre impone sus hipótesis -sus propios puntos de vista- a la naturaleza, y las
hipótesis provienen de la mente humana, no de la naturaleza; la naturaleza, si
acaso, las refuta.Según Popper, todas las ciencias, tanto las naturales como las
sociales, parten siempre de problemas, y las ciencias, igual como hace nuestro
entendimiento en otros casos, salen al paso de los problemas presentando
tentativas de solución, que no son sino un caso concreto del método general de
ensayo y error. Proponemos intentos de solución y los ponemos a prueba y
eliminamos aquellas soluciones que no lo son. El esquema general de este
procedimiento es:
P1 - TT - EE - P2
donde P1 es el problema inicial, TT la solución
tentativa, o la hipótesis o teoría, EE la eliminación de errores, mediante la
discusión crítica o la contrastación empírica de la hipótesis, y P2 la nueva
situación problemática en que nos hallamos tras el intento de solucionar un
primer problema. Es éste un esquema que puede aplicarse no sólo al método
científico, sino a la evolución de los organismos particulares y a la misma
evolución de las especies. Así como toda adaptación es un intento de solución de
problemas, así también todo aumento de conocimiento mediante la ciencia es un
intento de salir de una situación problemática. La diferencia que existe entre
la evolución biológica y la científica es que ésta se lleva a cabo de un modo
consciente y que el hombre está interesado en eliminar los errores; y en esto
consiste precisamente la racionalidad humana: en recurrir voluntariamente a la
crítica de las propias teorías y opiniones. Este recurso a la crítica se lleva a
cabo por medios lingüísticos, esto es, con argumentos y contrastaciones. En
ellos nos expresamos mediante enunciados que todo el mundo puede aceptar o
rechazar; son los enunciados que se someten a crítica o a contrastación y que,
por lo mismo, constituyen un saber objetivo, «tan objetivo como una catedral»
construida con constantes aportaciones a lo largo de los años: la ciencia no la
constituyen pensamientos o ideas subjetivos (en los que importaría la certeza o
la verdad), sino enunciados, argumentos, contrastaciones y eliminación de
errores. Y por el hecho de que todo esto puede objetivarse en enunciados, que
pueden ser criticados y contrastados, decimos que la ciencia es un conocimiento
objetivo, que no busca la certeza del sujeto, sino el mayor acercamiento posible
a la verdad. La teoría del conocimiento objetivo le permite a Popper distinguir
tres niveles de realidad y tres clases de mundo: el mundo uno, o mundo de las
cosas físicas; mundo dos, o mundo de los estados mentales y de las certezas
subjetivas, y mundo tres, o mundo del conocimiento objetivo, formado por los
«contenidos objetivos del pensamiento», sobre todo de la ciencia y de las artes.
Así, sostiene Popper, la ciencia es una institución social: un conjunto
estructurado de acciones humanas y resultado de la actividad social del hombre
(ver cita). Lo propio del método científico no es sólo comparar enunciados con
sus posibles refutaciones de los hechos, sino también comparar unas teorías con
otras. Ambas cosas suponen concebir las teorías científicas como una
aproximación a la verdad. Popper distingue, como conceptos fundamentales, la
idea de verdad, la idea de contenido lógico y empírico de una teoría y la idea
de contenido de verdad de una teoría, o aproximación a la verdad, y les da la
categoría de ideas reguladoras, o pautas directivas en la práctica científica.El
conocimiento científico tiende a la verdad, aunque, «la verdad no sea el único
objetivo de la ciencia», puesto que la ciencia busca propiamente la «verdad
interesante», esto es, aquella que resulta ser explicación y respuesta a
nuestros problemas. El simple hecho de eliminar los errores o las hipótesis que
se consideran refutadas es una forma de acercamiento a la verdad.El contenido de
una teoría (ver texto ) es la clase de las proposiciones que pueden deducirse de
ella (contenido lógico) y la clase de enunciados empíricos (contenido empírico)
que la teoría prohíbe (ver ejemplo). Cada enunciado que puede contradecir a una
teoría es un falsador potencial de la misma y el número de posibles falsadores
de una teoría o de una hipótesis está en relación directa con la cantidad de
afirmaciones, o capacidad explicativa, de una hipótesis: cuanto más afirma una
hipótesis (capacidad explicativa), mayor es el número de posibles falsadores;
cuanto mayor es su contenido empírico (mayor número de posibles falsadores),
mayor es también su refutabilidad. Por consiguiente, cuanto más refutable es una
hipótesis, mayores son su contenido lógico y su contenido empírico y mayor su
aproximación a la verdad. (En ningún caso puede decirse que sea verdadera, pues
basta con que uno de los posibles falsadores corresponda en realidad a un hecho,
para que la teoría quede empíricamente falsada;ver corroboración,
verosimilitud).Que las teorías científicas pueden estar más o menos cerca de la
verdad, significa también que describen la realidad y que hablan del mundo,
porque la contrastabilidad de las hipótesis significa que determinados hechos
del mundo no pueden ocurrir (ver cita); la ciencia busca describir y explicar la
realidad (ver cita). De este modo la ciencia se concibe como un conjunto de
teorías que se aceptan provisionalmente, mientras no resultan refutadas por
intentos constantes y rigurosos de lograr que lo sean. La ciencia es saber
provisional, conjetura: «no sabemos, sólo suponemos», y su quehacer consiste
propiamente en «criticar teorías». Todo conocimiento es hipotético, conjetural,
y la verdadera teoría del conocimiento consiste en el examen crítico de las
teorías; por ello, «la verdad no es el único objetivo de la ciencia», sino la
«verdad interesante», aquella que viene a ser explicación y respuesta a nuestros
problemas.En La miseria del historicismo y La sociedad abierta y sus enemigos,
Popper desarrolla su filosofía social y sobre todo su filosofía de la historia,
y aplica al terreno práctico las ideas fundamentales de su filosofía de la
ciencia. Mantiene que en realidad sólo hay un tipo de ciencia, aquélla que
recurre a hipótesis falsables, y si acaso, existen distintas clases de
problemas, para cuya resolución inventamos hipótesis históricas, económicas o
psicológicas, según el caso. Ahora bien, los principios metodológicos de la
ciencia natural no son directamente aplicables a las ciencias humanas: en éstas
no hay leyes tan rigurosamente definidas ni sus hipótesis son tan claramente
refutables. El método crítico de Popper, consistente en falsar teorías a través
de su contacto con los hechos, se convierte en las ciencias sociales en la
actitud crítica que nos lleva a analizar situaciones históricas o sociales
concretas problemáticas, nuestros intentos de solución y las consecuencias
inesperadas de estas tentativas. Pero si en las ciencias de la naturaleza el
método crítico persigue la eliminación de las hipótesis falsas, en las ciencias
sociales la actitud crítica busca la eliminación de los males y errores
sociales.Popper rechaza, junto con el historicismo -doctrina que sostiene que el
objetivo de las ciencias sociales es establecer leyes generales que rijan la
historia con igual carácter determinista que las leyes de la naturaleza, y que
critica específicamente en la primera de las obras ahora mencionadas-, aquellas
interpretaciones de la historia que la transforman en una totalidad, cuya alma
son los grandes hombres, las naciones o los períodos históricos; no existe
ninguna totalidad de este tipo y no hay más curso de la historia que el que
determinan las acciones libres de los hombres que interactúan entre sí y que
libremente deciden la orientación, el sentido y la finalidad que quieren dar a
sus acciones. El futuro no está determinado por ninguna ley de tipo histórico;
es libre y está abierto a la libre aplicación de nuestros conocimientos sobre el
mundo. «Ni la naturaleza ni la historia nos pueden decir lo que tenemos que
hacer».En La sociedad abierta y sus enemigos, y continuando con la misma
temática, se centra en la crítica a Platón, Hegel y Marx -enemigos de la
sociedad abierta, en cuanto filósofos que han alimentado con sus ideas y
principios al historicismo- y analiza las características de esta sociedad, que
no es más que la democrática. La «sociedad abierta», la sociedad democrática, es
aquella en la que los individuos pueden ejercer libremente sus facultades
críticas y la única compatible con su idea de actitud crítica y racionalismo
crítico.Sólo hay dos sistemas de gobierno: la democracia y la dictadura, es
decir, aquella forma en la que es posible derrocar al gobierno sin derramamiento
de sangre por medio de una votación, y aquella en la que esto es imposible.
Popper sustituye la antigua problemática platónica, expuesta en la República,
sobre ¿quién debe gobernar? por la pregunta ¿existen formas de gobierno
rechazables? ¿Existen formas de gobierno que pueden impedir la sustitución de un
gobierno incompetente o malo? Y hace suyas las palabras que Tucídides pone en
boca de Pericles: «Sólo unos pocos estamos capacitados para gobernar, pero todos
somos capaces de juzgar una política». Nuestro juicio de la política en la
sociedad abierta ha de comprender no sólo el esfuerzo por mantener la capacidad
y la libertad de poder destituir al gobernante sin derramamiento de sangre, sino
también la lucha por el dominio de la razón, la justicia, el derecho, la
libertad y la abolición de la guerra (ver texto ). El político, por su parte,
debe limitarse a luchar contra los males concretos de la sociedad, en lugar de
intentar imponer o combatir valores superiores, como la felicidad.Libertad
frente a la historia, frente al Estado, y optimismo ante el avance de la
civilización en el presente y en el futuro constituyen las características
generales fundamentales de la filosofía social y política de
Popper.
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa
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